Tengo la enorme dicha y privilegio de “vivir rodeada de hombres”: mi papá, mi hermano, mis tres sobrinos y para cerrar con broche de oro: mi esposo y mis tres hijos – me siento verdaderamente privilegiada!!

Mi vida entera ha estado marcada por su presencia, sus ejemplos de vida, sus proyectos, sus ideas, sus propósitos, su perseverancia, su fe, su espiritualidad, inquietudes y su maravillosa practicidad para emprender cosas.

Es interesante analizar y reconocer, que juntos – hombre y mujer – somos complementos fundamentales e importantemente valiosos cuando unimos nuestras fuerzas y habilidades, que ambos tenemos igual valor y derechos, como también nuestras grandes diferencias a nivel físico y psicológico; pero que al fin y al cabo estas maravillosas diferencias ayudan y calzan de manera perfecta a esa complementariedad.

A lo largo de los años, y rodeada de su esencia masculina, puedo afirmar que los hombres también florecen, manifiestan su esplendor, su fuerza y gran capacidad de lograr muchísimas cosas y lo hacen de una manera mucho más especial y con mayor seguridad cuando son tratados con amor y reconocimiento.

Y quiero aclarar que NO con este comentario hago alusión de su “dependencia hacia la mujer”, todo lo contrario. Se trata tan solo del importante hecho de reconocerles sus virtudes, su valor, su aprecio y darles a ellos el lugar especial que se merecen en la vida de nosotras las mujeres. Animar, creer en él, sentirse amado y reconocido, su respeto y su admiración por todo lo que ese hombre es y todo lo que hace. Todos los seres humanos requerimos de esa fuerza, de ese reconocimiento y amor para seguir adelante, aun siendo seres fuertes e independientes, reconocemos que éstos son detalles que a todos nos gusta sentir y recibir y los hombres – por supuesto – no son la excepción.

Los hombres también florecen, y lo hacen con ese amor nuestro hacia ellos, un amor dispuesto que escucha atentamente sus planes y proyectos, florecen cuando les hablas con respeto y potencializas y reconoces sus virtudes. Los hombres crecen cuando tenemos fe en ellos, cuando los impulsamos y cuando los motivamos a realizar sus sueños, muy por encima del humano miedo.

Los hombres crecen y florecen cuando llegan a casa y abrimos nuestros brazos y descubren que somos hogar donde encuentran paz y armonía después de una larga labor o estudio.

Florecen cuando somos capaces de ver esas partes en ellos donde se ha reflejado en algún momento la soledad, florecen cuando tenemos la sutileza de encenderles una luz para romper con todo aquello que antes no podían ver y que ahora con mayor conciencia se hace visible en ellos.

Florecen de manera especial cuando nos disponemos a entrelazar sus manos para que sepan que pueden contar con nosotras y aun así puede volar, valorarse y ser libre. Esposo, hijos, padre, hermano…observemos, valoremos, conozcamos, detallemos su esencia, su originalidad y la luz que irradian, la que hay dentro de su alma original y única.

Si nosotras florecemos ellos también lo hacen, las necesidades de los hombres y las mujeres son mucho más parecidas de lo que en general se cree. Florecemos y florecen porque somos complemento, que aunque de manera individual existe fuerza potencializadora, al unirnos podemos mostrar aun más nuestro gran poder.

Muchas veces, si ellos aportan de muchas hermosas maneras a nuestro florecimiento, porque no con nuestro ser impulsarlos a ellos también a florecer!!

Si nosotras florecemos ellos también lo hacen, las necesidades de los hombres y las mujeres son mucho más parecidas de lo que en general se cree. Florecemos y florecen porque somos complemento, que aunque de manera individual existe fuerza potencializadora, al unirnos podemos mostrar aun más nuestro gran poder.