Al finalizar un año más, muchas veces hacemos recuento de todo aquello que hicimos, lo que logramos y lo que dejamos de hacer. En realidad no creo que exista un año malo o bueno, el año lo valoramos de acuerdo a cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, cuánto compartimos, cuánto ayudamos, cuántas cosas nuevas aprendimos y qué capacidad tuvimos para desafiar nuestro ego y nuestros apegos.

Esta vez, quiero proponerme AGRADECER…si, agradecer pero de corazón, real y sinceramente y no por costumbre, buena educación o inercia.

Soy de la creencia de que tenemos más cosas maravillosas por agradecer cada día y mucha más abundancia en nuestra vida, que carencias. Que si centramos nuestra mirada y nos enfocamos en lo mucho que tenemos, los motivos de queja no existen, se disipan a la luz del agradecimiento constante y real, el agradeciendo de corazón y sincero.

Y es que no sólo debemos agradecer todas aquellas cosas que nos parecen buenas, también debemos tener la madurez espiritual de agradecer también todo aquello que a la luz de nuestros ojos no nos parece del todo bueno, beneficioso o a favor nuestro… detrás de cada adversidad, detrás de cada situación retórica, detrás de cada momento triste e inesperado siempre habrá algo bueno y la gracia de Dios actuará a favor nuestro – esa es nuestra fe.

Desde que abrimos nuestros ojos cada mañana, debemos AGRADECER a Dios por la vida y por las múltiples oportunidades que ese día nos ofrecerá para ser felices, ayudar a los demás y aprovechar nuestras capacidades al máximo.

Hay una historia bíblica que desde niña me llamó la atención… aquí se las dejo para que la lean cuando quieran:

Diez curados, pero sólo uno agradecido (Lc 17,11-19)

Esta historia nos ilustra que debemos tener un corazón agradecido, es parte de reconocer el favor y la gracia de Dios en nuestra vida.

Por lo tanto…Quiero DAR GRACIAS infinitas a Dios por un año más… GRACIAS, GRACIAS por tanto y más!…

GRACIAS por un año de grandes aprendizajes, GRACIAS por un año de unión, un año de valorar – una vez más – lo mucho que tenemos.

GRACIAS por el sol que me calienta y por la lluvia que refresca, porque todo eso y más está hecho para nuestro goce y disfrute.

GRACIAS por la rutina de cada día porque eso me recuerda que estoy con salud, hay trabajo y tengo a los míos cerca.

GRACIAS porque cada mañana puedo ver el hermoso amanecer, disfrutar del día con todos los quehaceres y deberes, gracias porque puedo disfrutar de los colores del atardecer y de la brillante luz de la luna y al día siguiente repetir y así darme cuenta que he tenido un día más de vida.

GRACIAS por la salud, por la paz, por la fe y GRACIAS por la certeza que todo pasa, que de todo se aprende y que de todo hay que sacar lo mejor.

Desde que abrimos nuestros ojos cada mañana, debemos AGRADECER a Dios por la vida y por las múltiples oportunidades que ese día nos ofrecerá para ser felices, ayudar a los demás y aprovechar nuestras capacidades al máximo.


GRACIAS porque puedo disfrutar la vida con todo lo que trae consigo, gracias porque puedo fijar mi mirada en lo mucho que tengo y puedo compartir lo que me das con los demás.

GRACIAS por los amores que tengo en mi vida (papás, hermanos, esposo, hijos, sobrinos, amigos), GRACIAS por poder extrañarlos, por querer abrazarlos y hacerlo con el corazón. GRACIAS por el amor que me dan, la escucha atenta, su apoyo, su compañía y su presencia en cada uno de mis días.

GRACIAS por los sanos alimentos de cada día en mi mesa, por poder hacer ejercicio y disfrutarlo intensamente.

GRACIAS por sentir la mano de Dios que me guía, por enderezar mis errores y abrirme el camino hacia adelante con confianza y alegría.

GRACIAS por las palabras de apoyo y las oraciones de tanta gente que acompañan mi caminar.

GRACIAS por las pruebas y retos y por sostenerme en cada una de ellas, porque en medio de ellas puedo aprender a amarte más y confiar más.

GRACIAS por los momentos de tristeza y de incertidumbre porque ellos me recuerdan que tengo fortaleza cuando confío y entrego a Dios mi vida.

GRACIAS por todo aquello que aveces no entiendo o me cuesta entender, porque al dejarlo en tus manos todo cobra un sentido diferente y regresa la paz.

GRACIAS por esos momentos de soledad elegida y – cuando estoy acompañada – por poder disfrutar de linda compañía.

GRACIAS por poder tener el tiempo para leer, aprender, meditar y orar…porque todo eso me relaja, me da paz y me acerca a Dios.

Gracias por los amigos que me hacen reír y me escuchan sin juzgar, con los que cuento de manera incondicional.

GRACIAS por las cosas que deje de hacer y los planes que no se realizaron porque ellos me enseñaron que muchas veces no tengo el control de todo, que puedo reinventarme, que siempre habrán opciones diferentes, y que a pesar de todo puedo optar por seguir adelante y ser feliz.

GRACIAS por todo y tanto… por todo lo que me hace recordarte y acercarme a ti mi Dios, cada día!!