Hace un tiempo me enviaron un lindo video de una tradición japonesa, y me pareció muy interesante su lectura, pero más aún meditar y profundizar en él haciendo una analogía con nuestra propia vida. 

Las vasijas se rompen, tu y yo nos rompemos de vez en cuando.  Nadie está exento, es parte de la vida, somos seres frágiles y vulnerables ante situaciones límite que la vida nos presenta. 

En nosotros mismos, así como una vasija que se quiebra, tenemos la opción de tirarla a la basura o unir esas piezas…. Si decidimos unir esas piezas quebradas, cómo rellenamos nosotros esas grietas? Qué hacemos con ellas? Con “qué tipo de material” rellenamos nosotros nuestras grietas de vida?

Podemos quizá no hacer nada y dejar la vasija quebrada, o bien podemos rellenarla con barro, plasticina, goma loca, cemento y así, quitar la belleza de esa vasija. Quizá ese material hará que las grietas  se hagan más grandes y se pierda su belleza.  Pero tenemos la opción de llenar esas grietas y convertir esa vasija resquebrajada en algo realmente hermoso.  Convertir nuestra visa en algo valioso!

Las grietas no tienen porque hacer de nuestra vida algo feo ni desagradable. Existen personas que se tornan feas y desagradables por dolores del pasado, por situaciones del pasado que no han logrado superar ni sanar, no han logrado aprender nada! Y así se tornan feos, amargos y desagradables para los demás. 

Depende de nosotros qué hacer con esas grietas, esos huecos que la experiencia nos va dejando.  

Nadie ha tenido una vida perfecta, ni nadie la tendrá. Dependerá enteramente de nosotros de qué material elegimos rellenar esas grietas y para lograr hacerlo lo primero es no tener vergüenza por lo que nos ha sucedido, y reconocer en esos hechos que lo acontecido es comprender, ya que todo tiene una razón y un valor, del cual se puede sacar un gran provecho. 

Entre más dejemos de lado lo que nos ha sucedido y no queramos aceptarlo, más vamos a desperdiciar la lección que la vida tiene preparada para nosotros, todo lo que su acontecer quiere mostrarnos y nos está dando.

Al aceptar lo ocurrido – la vasija está rota quebrada – aceptamos aquello y buscamos repararla de algo que se mira feo y desagradable para convertirlo en algo inspirador y realmente bello.  Aquí es cuando lo que tú has vivido muchas veces sirve de inspiración para otros y de experiencia enriquecedora para tu propia vida. 

Esas vasijas agrietadas los japoneses las rellenaban con oro, haciendo de ellas una única, original y hermosa obra de arte.

Las grietas de nuestra vida llenémoslas con perdón, con oración, con comprensión, tolerancia y mucho amor. Llenémoslas cada día de sentido y valor, de propósito y de lindas virtudes, para que así nuestra vasija se convierta en la más bella obra de arte para nuestro creador!

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