La crítica y opinión de los demás, de esto va este tema…Siempre habrán opiniones diferentes, puntos de vista distintos, maneras de actuar y comportarse que no concuerdan con las nuestras y con las de otros.

Si vivimos esperando complacer a los demás, o interesados en lo que los demás piensen de nosotros, cada vez nos alejaremos más de nuestra verdadera y propia paz.

Debemos ocuparnos de hacer y realizar lo que nos parezca bien y mejor a nosotros mismos de acuerdo a nuestras creencias y valores – no pensando ni esperando la aprobación de los demás.

Si esperamos aprobar para nuestra vida la opinión de los demás, éstos se convierten en los escultores – a veces de una manera inconsciente – de nuestra autoestima, nuestra moral, nuestra educación, nuestro pensamiento, nuestra voluntad, y la palabra “nuestro” pierde todo su total sentido, dándole el poder de nuestra vida a lo que los demás piensen y opinen.

No podemos desentendernos por completo de las opiniones de los demás, porque somos seres eminentemente sociales, pero tampoco podemos permitir que nuestras decisiones tan solo estén motivadas por el deseo de agradar a los otros. Es como dejar de ser nosotros mismos y perder nuestra originalidad y poder de decisión.

Todo este corto análisis de comportamiento me remonta a años atrás cuando mis niños tenían un casete de música, dicho casete tocaba una y otra vez varias canciones diferentes sobre valores y actitudes. Una de ellas era: la fábula del burro, la cual ilustra de manera perfecta esto que les acabo de escribir.

La fábula del burro:

Un matrimonio con un hijo, viajaban por el mundo con su burro.

Pasaron por un pueblo y la gente comentaba:

“Mira ese chico mal educado; él encima del burro y los pobres padres, llevándolo de las riendas”

Entonces, la madre le dijo a su marido: mira lo que dice la gente, no permitamos que hablen mal de nuestro hijo; el esposo bajó al niño, y se subió él. 

En el siguiente pueblo, la gente murmuraba: mira que barbaridad, él tan cómodo sentado en el burro mientras su esposa y su hijo van a pie.

Entonces decidieron que ella se subiera en el burro y el padre y el hijo tirarían de las riendas.

Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: “Pobre hombre, después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro… ¡y pobre hijo, que vida le espera con semejante madre!”

Se pusieron de acuerdo y decidieron subirse los tres en el borrico para continuar su viaje. 

“Mira qué tal… ¡van a partirle la columna al pobre animal!” y por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro, pero al pasar por siguiente pueblo no podían creer las risas y comentarios que oyeron … “Mira a esos tres caminando, cuando tienen un burro que podría llevarlos”.

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Recordemos que muchas veces quien más satisfecho esté de su vida, es quien menos mira la vida de los demás…y por otro lado más consciente y seguro estará de tomar sus propias decisiones ante diversas situaciones.