Las bases de nuestro castillo interior, nuestro ser, nuestra esencia deben fundamentarse en tres puntos de atención claves: Nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu. Tres puntos que conforman nuestro SER, lo que realmente somos como seres humanos.

Tal y como lo declarada el poeta Jose Marti: “Que palacio tan vasto, el alma mia!!”, asombrado por las capacidades y misterios de su propio ser.

El cuerpo es templo vivo, recinto sagrado capaz de alojar lo sagrado. Y así como el cuerpo, la mente y el espíritu también tienen dimensiones y límites, muros más o menos infranqueables , habitaciones permanentes y de paso, escaleras que conducen a lo más alto y a lo más bajo.

A lo largo de toda nuestra vida podemos recorrer bosques, ciudades y montañas, cruzar ríos, y grandes mares y océanos, pero el viaje más fascinante de todos es el que conduce hacia el fondo – lo más profundo – nuestro propio ser interior.

Muchas veces rondamos las puertas de nuestro castillo interior, nuestro palacio – pero pocas veces nos atrevemos a entrar hasta llegar a la sala más recóndita y valiosa. Aquella donde habita Dios, donde todo se ilumina con Su belleza y Su paz.

Debemos formar bases solidas y fuertes sobre las cuales erigir el castillo de nuestras vidas.

De que vale conocer el mundo y poseer tantas cosas allá afuera, si desaprovechamos el tesoro que llevamos dentro?

Como bien lo dijo el Padre Jose Kentenich, fundador de movimiento apostólico de la Virgen de Schoenstatt: “Que jamás nos acontezca saber varias lenguas extranjeras, como lo exige el programa escolar, y que seamos absolutamente ignorantes en el conocimiento y comprensión del lenguaje de nuestro propio corazón”.

Ahondar en nuestro propio ser, conocernos más profundamente, autoeducarnos, modificar actitudes, darle a cada ámbito de nuestro ser el desarrollo conveniente alimentando adecuadamente nuestro espíritu, conduciendo nuestra mente y los pensamientos que en ella rondan y brindando al cuerpo todo lo necesario para que funcione de manera adecuada y siga así siendo ese vehículo que contiene nuestra mente y nuestro eterno espíritu.

Cuidemos nuestro trípode de vida.

Nuestro cuerpo:

Ser guardianes y custodios responsables del regalo de nuestro cuerpo – que Dios en su gran generalidad nos dio. Nuestro cuerpo maravillosamente gestiona todas aquellas actividades básicas que nos permiten vivir, o sea, desarrollarnos adecuadamente, comunicarnos con el exterior y perpetuar la especie. Es el vehículo que nos conduce por este mundo, por eso debemos mantenerlo en el mejor estado posible. Para que esto sea una realidad, es muy necesario, mantener un estilo de vida saludable, comer adecuadamente, aportándole así los nutrientes necesarios para su completo desempeño y desarrollo de cada día.

Un estilo de vida saludable quiere decir llevar a cabo cada uno de nosotros un conjunto de comportamientos o actitudes cotidianas para mantener el cuerpo de una manera adecuada. Previniendo así enfermedades mayores, promocionando la buena salud física, evitando al máximo la alimentación poco saludable y el sedentarismo.

Cómo son nuestros hábitos alimenticios? No negamos comer nada de lo que se nos pone al frente?…O somos selectivos a la hora de escoger nuestros alimentos a consumir y aun así disfrutamos de una buena y nutrida comida para el buen funcionamiento de nuestro cuerpo?

Nos hacemos chequeos médicos periódicos a manera de prevención y control de nuestra salud física?

Cuántas veces a la semana realizamos alguna actividad física para poder quemar calorías de más, poner a funcionar mejor nuestro corazón y oxigenar nuestros músculos? Además esta comprobado que nuestro cuerpo segrega una serie de hormonas de bienestar como la serotonina (sensación de calma, induce al sueño y nos ayuda a una moderada ingesta de alimentos), las endorfinas (nos aportan felicidad, alegría y euforia) y la dopamina (contribuye a tener una sensación placentera). Teniendo todos esos beneficios, no crees que podríamos acudir a ellos con mayor frecuencia?

Nuestra mente:

La salud mental es fundamental para el disfrute de la vida. La salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social. Afecta la forma en que pensamos, sentimos y actuamos cuando enfrentamos la vida. También ayuda a determinar cómo manejamos el estrés, nos relacionamos con los demás y tomamos decisiones. La salud mental es importante en todas las etapas de la vida.

Existen una serie de puntos importantes a tomar en cuenta para ayudarnos a tener una buena salud mental:

1. Cuida tus horas de sueño, es conveniente dormir siempre a la misma hora y seguir la misma rutina.

2. Realiza ejercicio, igual que para el cuerpo, para la mente es fundamental puesto que nos ayuda a segregar endorfinas y serotonina, como vimos anteriormente, hormonas muy relacionadas con la sensación de bienestar.

3. Práctica la meditación: existen muchos estudios que avalan las ventajas que tiene la meditación para la mejora de nuestro estado mental y el estrés.

4. Organiza tu tiempo: aprende a priorizar, ten en cuenta tu capacidad y los recursos (materiales y de tiempo) que tienes para cada tarea, nos ayuda para evitar vivir bajo los dominios del estrés.

6. Márcate objetivos: fijar metas a corto, medio y largo plazo, contribuye a estructurar y dar sentido a la vida.

7. Cuida tus relaciones personales: el contacto social se asocia con la oxiticina, un neuropéptido que proporciona sensación de bienestar. Por ello, es importante que cuides tus amistades y las relaciones con tu familia. Su apoyo es de gran ayuda en ciertos trastornos psicológicos y para combatir la ansiedad.

8. Controla tus emociones: es importante no angustiarse con cualquier circunstancia que se salga de lo normal.

9. Comparte tus preocupaciones: no te guardes para ti mismo tus preocupaciones, sino que es positivo abrirse a los demás.

10. Sé positivo: adopta una actitud constructiva, positiva, en la que te aceptes a ti mismo y lo que te rodea.

Nuestro espíritu:

Nuestro espíritu está relacionado con nuestra alma – aun siendo diferentes. Se dice que el alma es eterna…que va y trasciende más allá de la muerte, cómo no cuidar de ella y del espíritu y alimentarlos de tal manera que se nutran adecuadamente y nos proporcionen y obtengamos de ellos todos los beneficios que son capaz de darnos? Cómo alimentar nuestro espíritu? Así como alimentamos nuestro cuerpo físico, nuestro espíritu no se escapa de esa necesidad de alimento diario. Sin embargo a menudo existe este error: anteponemos las necesidades de nuestro cuerpo por encima de nuestra alma, y esto es una errónea jerarquía de valores.

La meditación, la oración, la búsqueda del silencio en medio de tanto estímulo y bullicio nos ayuda a poder interiorizar y buscar esa paz que nuestro espíritu necesita.

Nuestra alma necesita a diario de esa chispa espiritual de Dios que nos enciende con Su vida, Su luz y Su poder. Para afianzar nuestra relación con Él, una de las cosas más importantes que podemos hacer es leer, asimilar y cumplir Su Palabra. Es lo que nos mantiene “sintonizados o enchufados” con Él y evita que tomemos mayor conciencia para no apartarnos de Su camino. Si escuchamos a Dios y Su Palabra y obedecemos Su verdad, seremos felices y fructíferos.

«Son muchos los medios por los que los cristianos se nutren y apacientan espiritualmente. Para hablarnos al corazón, revelarnos algo, acrecentar nuestra fe o alentarnos y estimularnos Dios no tiene por qué limitarse a ningún método específico. Él desea comunicarse con Sus hijos. Lo importante es que le permitamos hablarnos al corazón mediante la instrucción espiritual que leemos, y guiarnos en nuestra relación con Él y nuestra vida espiritual.» María Fontaine, actual codirectora de La Familia Internacional

Dediquémonos a lo largo de nuestros días a cuidar este trípode de vida (cuerpo, mente y espíritu) de manera integral, para poder lograr una mayor armonía de vivir, relacionarnos más adecuadamente con los demás, sentirnos mejor cada día, avanzar en nuestros proyectos y planes de manera satisfactoria y más positiva.