En estos tiempos, y con más fuerza por lo que estamos viviendo, es cuando más necesitamos anclarnos, buscar la fuente infinita de gracias, entrar en nuestro ser más íntimo de una manera más consciente y plena.

Podemos echar mano a muchas herramientas que nos conduzcan a este objetivo. La Meditación – es fabulosa para alcanzar esa paz y esa armonía interior que tanto necesita el mundo y en especial nuestra alma.

Sin embargo, hay una herramienta más. Hay una herramienta que a muchos nos la enseñaron y nos la presentaron desde muy pequeños. Con esa herramienta de amor pedíamos por los demás, pedíamos muchas veces por juguetes que queríamos tener, pedimos por los abuelitos enfermos y hasta aprendimos a dar gracias por todas las cosas que teníamos. Juntábamos nuestras manitas, cerrábamos nuestros ojos y elevábamos esa pequeña oración al cielo.

Hoy más que nunca, debemos practicar esa herramienta de amor, y que ella nos acompañe cada uno de nuestros días: la oración. Y podemos descubrir que hay muchas maneras de orar. La oración no es solo cuando nos arrodillamos y juntamos nuestras manos. Pensar positivo, desear el bien para los demás es vivir en oración. Cuando cocinas algo para alimentar a tu familia y pones en ello todo tu amor, eso también se convierte en oración. Cuando estás ayudando a alguien que lo necesita, dando tu tiempo y energía de manera incondicional, eso es oración. Cuando brindas tu perdón a alguien con todo tu corazón, eso es oración. Orar es hacer lo ordinario de manera extraordinaria, para, por y con Dios en nuestro corazón.

Te invito para que en esta semana acudas más frecuentemente a la oración y además quiero recordarte aqui un versículo bíblico, que a mi particularmente me ayuda a recibir paz y me recuerda “lo importante de lo importante” ante cualquier situación de vida o acontecimiento que esté pasando, como el que estamos viviendo a nivel mundial actualmente.

Fil. 4,6-7 “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios en oración y denle GRACIAS. Y la PAZ de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará y cuidará sus CORAZONES y sus PENSAMIENTOS en Cristo Jesús”.

Como ves, trata sobre oración y agradecimiento, expresa confianza y entrega filial, habla de ocuparse en lugar de preocuparnos y que a cambio de todo eso Él guardará nuestros corazones y nuestros pensamientos, los cuidará, los protegerá y estaremos bien.

Sabemos que oración – aparte hacer de nuestros quehaceres de nuestro día a día una oración – también es hablar con Él, como se habla con un amigo que te conoce muy bien; frente a frente, con confianza y sin ocultar nada. Hablar con Él, abrirle nuestro corazón en lo más íntimo, desahogar todo lo qué hay dentro de nuestro ser y ponerlo en las mejores manos. Contarle de nuestros miedos, nuestras angustias, nuestros temores, de todo aquello que nos cuesta y de lo que amamos, pedirle con la confianza que le pide un hijo a su Padre, Él conoce nuestros deseos más profundos. Y en todo momento, ante cualquier circunstancia que no nos olvidemos de agradecer.

Agradezcamos por despertar cada día, agradezcamos por todo lo bueno y lo que no nos parece tan bueno de lo que nos ocurre en nuestro día a día – todo tiene un para qué-. Agradezcamos por lo que logramos y por lo que no, por lo que tenemos y lo que aun no, agradezcamos por cada detalle que nos brindó la vida y por lo que nos negó el día de hoy. Agradezcamos poder estar en casa, en nuestro mundo protegidos y seguros. Hagamos de nuestro hogar un santuario donde se respire amor, paz y hermosas atenciones.

Y veremos como esa paz maravillosa que viene de Dios, llenará cada día nuestro corazón – aún en medio del dolor e incertidumbre que nos puede provocar cualquier acontecimiento en nuestra vida. Esa paz maravillosa llenará no solo nuestro corazón sino también nuestros pensamientos, encausándolos, aquietándolos, tranquilizándolos y transformándolos en pensamientos de fe, esperanza y confianza plena en ese ser maravilloso que todo lo puede.