Pasan nuestros días y muchas veces nuestra agenda está llena de cosas por hacer…y gracias a Dios es así…! Compromisos laborales, sociales, compras por realizar, atender a nuestros hijos y estar presentes en diferentes aspectos de su vida – y si todavía están pequeños nuestra entrega y atenciones con amor son aun mayores-. Nuestra relación de pareja -muy importante y también requiere de nuestro tiempo, buena disposición, entrega y amor.

Algunos imprevistos que hacer frente, ayudar al prójimo en algún caso especifico, ahah…y la familia, padres, hermanos, sobrinos, amistades por supuesto no se quedan atrás. Y así pasan nuestros días con multiples ocupaciones, compromisos, actividades y proyectos. Claro, todo muy bien, debemos cumplir con aquella agenda repleta de actividades y pendientes por realizar. Pero en medio de todo eso, te has puesto a pensar en ti? Adónde quedamos? En qué lugar de la agetreada agenda está “mi yo”?

Por muchísimos años puede ser que nuestra vida transcurra de esa forma, una entrega total y absoluta donde sólo existen los “tengo” y los “debo” donde esos “tengo” y esos “debo” se convirtieron en lo primordial de nuestra agenda del día a día…Tengo que ir, debo hacer, tengo que llevarlo, debo terminarlo, tengo que estar, debo asistir, y así muchísimas expresiones más!

Con el paso de los años, la vida misma nos enseña, es la mejor maestra para encaminarnos por esa senda de la conciencia. Aprendemos poco a poco que podemos cambiar esos “tengo y debo” por decido, escojo, quiero, elijo, prefiero, y muchas otras más que nos dejan ver con sutileza la maravilla y el resultado de nuestras elecciones y decisiones a lo largo del día.


Aprendemos a “darnos permiso” para hacer un alto, descansar y sentarnos con nuestra propia compañía a tomarnos una taza de café en una tarde de lluvia, aprendemos a darnos permiso de decir no quiero ir – ante alguna actividad social que en realidad no nos apetece, aprendemos a darnos permiso en ser los primeros en irse a dormir una noche y sin sentirnos “mal” por hacerlo, aprendemos a decir “no quiero” y “no puedo” sin que ello signifique minimizarnos, simplemente, aprender a darnos permiso.

Aprendimos a darnos permiso para alejarnos de personas que no nos elevan el espíritu, aprendimos a darnos permiso de no ser una víctima de ciertas cosas y situaciones que pasaban por nuestra vida y nos dimos permiso de tomar “las riendas de nuestra vida o el toro por los cuernos” y guiar esa maravillosa película de nuestra vida por el camino que más nos gusta transitar, aunque ese camino elegido presente sus irregularidades , es el que elegimos y le hacemos frente con amor, decisión y determinación porque fue nuestra elección y nos damos permiso de transitarlo y a la vez vivirlo y disfrutarlo.

Nos dimos permiso para darnos el chance de pensar que hoy iniciamos una nueva vida, que hoy tenemos la oportunidad de empezar de nuevo, nos dimos a la tarea de creer que solo cosas buenas llegarán a nuestra vida y confiamos más. Nos dimos la oportunidad de agradecer infinitamente el regalo de la vida y ver sólo la belleza a nuestro alrededor, darnos permiso de vivir con pasión y propósito, darnos permiso para aveces llorar y desahogarnos, permiso para reír más y jugar más todos los días, sentirnos despiertos, llenos de energía, sintiendo amor, alegría y abundancia cada día de nuestra vida. Darnos permiso para concentrarnos en las cosas buenas de la vida y agradecer cada una de ellas, darnos permiso para estar y vivir en paz en nuestro interior, darnos permiso de ser nosotros mismos, auténticos, originales.

Definitivamente nos damos cuenta que llegó la hora de reconciliarnos con nuestras emociones ocultas atrapadas por largo tiempo en la rigidez de nuestro cuerpo y de nuestra mente, y todo eso y más tiene el mágico poder de aflojar todas las corazas musculares y devolver a nuestro organismo su total plenitud y armonía.

Partiendo de aquí podemos llenar nuestra agenda, realizar todas aquellas labores que decidamos y elijamos llevar a cabo porque nos damos permiso de escoger, permiso de ser, de vivir y estar, y así, llenos de nosotros, podremos darnos al mundo y a los demás con mayor disponibilidad, mayor amor y capacidad de entrega.

A qué necesitas darte permiso? Qué cosas crees que debes dar permiso para soltar en tu vida y qué cosas agarrar fuertemente para que no se te vayan? Qué permisos te autorizas vivir, disfrutar, gozar, experimentar? Todas esas ideas que vienen a tu mente, mientras sean realizadas bajo el filtro de tus valores, virtudes, conservando lo bueno, noble y sano para ti y los demás, date el permiso de vivirlas!!



Sólo se vive una vez, por eso, hace muchos años, me di permiso de vivir mi vida, disfrutar de ella, elegir lo que quería hacer con más pasión, responsabilidad y agradecimento a Dios…y sé que todavía me faltan muchas más cosas que aprender, aplicar en mi vida y darme permiso de hacer, disfrutar y vivir aún más. Sólo se vive una vez, pero si lo hacemos bien – si nos damos permiso – con una vez será suficiente!