Los que somos creyentes en Dios tenemos la certeza que Dios se manifiesta en nuestras vidas de muchas maneras diferentes, está siempre atento a nuestro corazón y a nuestras necesidades. Ante eso debemos estar atentos nosotros también y anuentes a escuchar esa voz tenue y sutil que muchas veces nos habla en el más hermoso silencio de nuestra alma y otras se manifiesta de manera más clara y más directa que la luz del sol en nuestros ojos y no podemos ser tan ciegos o tan sordos para no entender ese mensaje de amor.
A lo largo de mi vida, puedo dar fe y tengo hermosas historias, donde Dios se ha manifestado en mi vida y mi mundo de muy diversas maneras: por medio de un hijo, algo que leo y ese mensaje es como si fuera directamente para mi, por medio de un desconocido, por medio de un amigo/a, por algo que de repente escucho en algun lado, o por un sentimiento fuerte en mi corazón, el corazón nunca nos engaña…Cuando tengo algo en mi corazón que busca respuesta, de alguna u otra manera llega a mi la respuesta como envuelta en un dulce regalo. Y estoy segura que a ti te ha pasado lo mismo a lo largo de tus experiencia de vida.
Recuerdo que ese día me levanté muy temprano – como de costumbre entre semana – hice “mis labores de amor” (como les llamo yo a las mañanas de despertadas, desayunos y meriendas con mis hijos y mi esposo antes de despedirnos cada uno para irnos a las labores diarias) y al irse cada uno me dispuse a salir a hacer mi rutina de ejercicios del día antes de seguir en lo mío.
Al llegar al lugar, al poco rato de estar ahí, se me acercó un señor quien hasta ese día supe su nombre.
Al acercarse a mi nos saludamos, y de inmediato me dice: “queres que te de un tip?” Y pone cara de que me va a dar un “gran secreto”…Ayy ya está!! – pensé yo-….ahora me dará tips de ejercicios, técnicas de carrera, alimentación para acelerar el metabolismo, suplementos dietéticos para aumentar masa muscular, bajar o aumentar de peso….en fin!!
De inmediato me preguntó que si era creyente…ya eso me hizo ver que el tema iría por otro lado, y cambió mi perspectiva y el panorama del asunto.
“Mira”: y viéndome fijamente a los ojos me dijo: “Tengo varios días de despertarme muy temprano y lo primero que hago antes de iniciar mis labores del día es dedicarme 15 minutos a leer la palabra de Dios…eso me ha cambiado la visión del día…” Y el hombre siguió hablando por un rato más, mientras yo en mi mente de inmediato hice click con aquellas primeras palabras: “lo primero que hago antes de iniciar mis labores…” resonaban una y otra vez en mi mente.
¡Claro! ¡Más claro y directamente para mí, imposible! ¿Cuantos años hice eso y hace cuanto lo dejé de practicar de esa forma? Llevaba mi “horario espiritual” tan bien hecho según lo que me proponía, pero eso lo había dejado para luego, para algún momento del día, al levantarme una oración rápida de agradecimiento y alguna que otra petición por ahí y a seguir porque “se me hacía tarde”. Había dejado de ser mi prioridad, lo había dejado para luego, para cuando tuviera “tiempo”, para algún otro momento del día …
¡Mi alma, mi corazón ansiaba retomar aquello, era cuestión de proponérmelo, de tenerlo como prioridad nuevamente, porque me gusta pensar que si tenemos a Dios como prioridad en nuestra vida, para Él seremos también Su prioridad favorita!! Aunque también sé y estoy segura que Él siempre se ocupa de nosotros…
¡Pues de inmediato busqué la forma para retomar aquello que por años me había aportado tanto!
Retomar de nuevo aquel momento en el silencio de la mañana, donde todos duermen aún y yo estoy en intimidad con El, escuchando Su palabra, interiorizando y meditando en silencio en tres puntos que aquí te los comparto:
1- ¿Qué me dice Dios?
2- ¿Qué le digo yo a Dios?
3- ¿Qué me digo a mi misma?
¿Cómo amar a quien no conocemos, cómo amar a alguien con quien nunca hablamos, cómo enamorarnos y llegar a amar a Dios si no mantenemos ninguna relación con Él? Cada relación (cualquiera que sea) crece en la medida en que la alimentamos. ¿Y de qué manera estamos alimentando diariamente nuestra relación con Dios, cómo la estamos haciendo crecer y cómo la estamos nutriendo cada día?
De inmediato vino a mi mente un pasaje bíblico de Lucas 10, 38-42 donde Jesús visita a Marta y a María, dos hermanas que vivían en la pequeña aldea de Betania. María, deja todo lo que estaba haciendo y se sentó a los pies de Jesús para escuchar su palabra. Marta en cambio, siguió afanada haciendo los quehaceres y acercándosele al Señor le dijo: “No te importa que mi hermana me deje sola con el trabajo? Dile que me ayude.” Y Jesús le respondió: “Marta, Marta…afanada y turbada estas con muchas cosas, pero solo una es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”
Esta historia representa el quehacer cotidiano y el ser del hombre. Todos tenemos algo de Marta y de María, son necesarias esas dos dimensiones pero hay que buscar un sano equilibrio.
Cuantas veces en este ajetreado mundo somos y actuamos como Marta, no paramos, nos sumergimos en los quehaceres de cada día y nos olvidamos de parar, nos olvidamos de detenernos por un momento a ver, a observar y a oler las flores del camino y en especial a hablar con Él, para permitirnos SER. Ahora más que nunca es necesario alcanzar una vida más armónica, aprender a detenernos y a dejar de “ser vividos” por los acontecimientos y hacer que nuestra vida de fe cobre mayor profundidad e intimidad y que nuestro contacto con Dios sea más personal. A fomentar y hacer crecer esa relación de amor incondicional hacia nosotros, ¡a sentirnos profundamente amados por El!…
Y no es que dejemos de hacer nuestras labores, no es que nos apartemos del mundo, nos aislemos o dejemos de producir – eso sería contraproducente y con más razón en estos tiempos. Se trata de darle prioridad a lo que merece prioridad en nuestra vida, darle a cada cosa el lugar que se merece, y a Dios darle su lugar de honor y honrarlo. De esa forma todas nuestras labores y quehaceres cobran un sentido y un propósito diferente.
No es cuestión de tiempo, de no tengo tiempo para… Es cuestión de prioridades en nuestra vida.
Cada quien tendrá su hora ideal para dedicarse a ese ratito en exclusiva, a ese ratito de intimidad con Dios para alimentar el alma y el corazón. Ese espacio mágico de habla y escucha puede ser a una hora fija cada día, y durante el día cada vez que queramos y podamos hacerlo sería fantástico. También los ratos laborales podemos convertirlos en momentos de oración en acción, en momentos de ofrecimiento y agradecimiento profundo a Dios.
En definitiva, cada uno de nosotros decidirá qué tipo de relación personal tenemos con Dios.
Te invito a que escojas la hora ideal, empieza por unos minutos al día, verás como tu tiempo irá aumentando poco a poco y lo mejor de todo es que tu vida, tu diario vivir, se iluminará a la luz de Dios en todo lo que hagas y emprendas.
La tecnología usémosla de manera positiva, en este caso en youtube encontrarás el evangelio del día en audio, y en texto también encontrarás diversas paginas donde cada día ilustran el evangelio y una corta reflexión del mismo. La biblia entera, si optas por buscarla en la web encontrarás varias versiones y si la prefieres en físico – como yo- adelante!
Como más te guste,cómo lo prefieras y de la manera en que mejor te aporte. Cómo se ajuste más a tus gustos y comodidades.
Sea como sea que decidas hacerlo: para, piensa y medita en qué te quiere decir Dios en su palabra, qué le dices tú a Él y qué te dices a ti mismo? Momento ideal de reflexión para iniciar o seguir tu día bajo Su luz y Su guía.
Espero que con este escrito yo haya hecho en ti lo que éste hombre hizo conmigo aquel día, aún sin saberlo: ser ese “ángel sin alas” que Dios nos pone en el camino y que muchas veces necesitamos que nos hable, que nos dé una respuesta a nuestro corazón y a la vez permitir abrir nuestros oídos a su voz, para retomar nuestro camino, rerutear o empezar a caminar a la luz de Su palabra y aportar a nuestra vida esa verdadera libertad y esa profunda alegría de vivir.