El mindfulness es traer nuestra atención plena al aquí y al ahora, al momento presente. Vivir en este momento, plena y conscientemente.

Al practicar el mindfulness logramos tener la capacidad de sentir, escuchar, mirar, saborear, observar todo lo que ocurre alrededor nuestro en el momento preciso. Se trata de observar cómo te sientes, que piensas, que quieres…sin criticar ni juzgar el momento. En este tipo de práctica el presente no se juzga ya que todo está perfecto y ocurre como tiene que ocurrir.

Parece sencillo tomar unos minutos al día para ver que está ocurriendo con tu cuerpo, en tu mundo interno. Sin embargo, parar y escuchar es una práctica que muy pocas hacemos en el día a día. Requiere esfuerzo y dedicación, lo cual es un gran reto personal. Conforme lo llevemos a la práctica cada día, nos será más fácil y sencillo poder “conectarnos” en ese instante preciso, muchas veces al día – cuantas veces queramos y nos sea necesario.

Además, el mindfulness trae a la luz algo muy interesante: nos obliga a parar y observar si algo no está bien en nuestra vida y con nuestro cuerpo. Nos obliga a ver las cosas que quizás no queremos ver o ignoramos, lo que tapamos con el “corre corre” del día y con la larga lista de cosas por hacer. Incluso, lo que muchas veces, no nos detenemos a observar porque sabemos que no queremos verlo.

Practicando el mindfulness nos ayuda a estar presentes, a enfocarnos en el ahora, a calmar los pensamientos, a relajarnos, y a accesar a la creatividad de cada una de nosotras.

Si practicamos a diario el mindfulness, notaremos que se eleva nuestro sentido de gratitud hacia la vida y también aumenta nuestra felicidad. Cuando nos detenemos a ver las cosas pequeñas a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que hay muchas bellezas, momentos maravillosos y grandes detalles que quizá nunca habíamos observado antes, logramos apreciar más la vida y todo lo lindo que ya tenemos en ella.