El enojo es una emoción humana totalmente normal y por lo general, saludable. No obstante, cuando perdemos el control de esta emoción, y se vuelve destructiva, puede ocasionar muchos problemas en el trabajo, en las relaciones personales y en la calidad general de nuestra vida. Puede hacernos sentir como si estuviéramos a merced de una emoción impredecible y poderosa.

Existe una ley universal que nos indica que cada vez que nos enojamos, nuestra emoción sube y nuestra inteligencia baja.

Algunas personas se enojan mucho, se enojan por todo y frecuentemente. Dicen por ejemplo: “es que tengo que decirle las cosas, no me puedo quedar callada/o!” Y con eso y más sacan su ira fuertemente a relucir.
A medida que nos enojamos sube una emoción y disminuye la inteligencia, disminuye notablemente la capacidad de razonar.

La neurociencia es un campo de la ciencia que estudia el sistema nervioso y todos sus aspectos; la misma demuestra que a medida que nuestro cerebro emocional se activa el cerebro racional (o sea el pensante, el analítico) deja de trabajar.

El típico ejemplo cuando un padre o una madre regaña fuertemente a su hijo porque dejó caer sin querer su refresco en la mesa o sobre el asiento de la sala. Luego el padre o madre se arrepiente grandemente por las muchas cosas que le dijo en ese momento de enojo y la reacción que tuvo ante ese hecho lo hace sentirse muy mal. Este es un claro ejemplo que cuando la emoción sube la inteligencia baja.
Error gravísimo es – por ejemplo – cuando en momentos de enojo los padres le dicen a sus hijos: “para que te tuve!” Insultos así por el estilo, y aún más graves, se dan a causa del mal manejo de las emociones en un momento de enojo.
Si eres una persona explosiva, creas cáncer para la sociedad porque lo que estás emitiendo son energías negativas a tu alrededor.
Ese tipo de personas iracundas se escudan diciendo que tienen el “carácter fuerte”, pero el tema clave y la realidad es que no saben manejar sus emociones y por lo tanto lo que tienen es un carácter débil y en definitiva, no tienen las herramientas intelectuales necesarias para poder discutir algo, terminan enojándose, gritando, insultando y agrediendo verbal o físicamente.
Tú decides si quieres seguir siendo una persona explosiva y un cáncer para la sociedad, o a partir de hoy tomar la decisión de ser una persona que pueda comunicarse, y que, trabajando en ti misma, puedas lograr mantener un equilibrio emocional en tu vida.
El autoconocimiento – el conocerse así misma – te permite darte cuenta qué te molesta y qué no te gusta. En el momento en que descubres tu ser, tu esencia, tu personalidad, te darás cuenta que ahora si tienes el carácter fuerte y no tienes que gritar ni agredir para que te escuchen.
Todos nos enojamos, en si el enojo es una emoción, la diferencia estriba en cómo reaccionamos, como actuamos y que actitud asumimos nosotros ante ese enojo.

Expresar nuestros sentimientos de enojo con firmeza pero sin agresividad es la manera más sana de poderlos expresar. Para hacerlo, debes aprender cómo dejar en claro cuáles son tus necesidades y cómo realizarlas sin lastimar a otros. Ser firme no significa ser prepotente ni exigente; significa respetarse a sí misma y a los demás.

Realmente te invito a contactar tus emociones y a reconocerlas pues tal vez allí esté la raíz de tus problemas.
El viaje a nuestro interior y el mirarnos sin miedos ni prejuicios puede sanar nuestra vida y ayudarnos a ser más felices.