Las madres hacemos cosas, muchas veces, más allá de lo imposible por nuestros hijos, con el mayor nivel de entrega y amor. Nuestros hijos son parte básica y fundamental del “motor que nos impulsa” cada día, son nuestro más grande sentido de vida!
Hacemos muchas veces de enfermeras, nutricionistas, psicólogas, primeros auxilios, consejeras, cuenta cuentos, compañeras de viaje de aventuras, maestras de cocina, reposteras, asesoras de imagen, tutoras, remendamos corazones rotos, somos masajistas deportivas, organizadoras de fiestas y eventos, y otras veces, motivadoras de vida y en ciertas situaciones hasta “confesoras”.
También corregimos, guiamos, ponemos limites, modelamos el carácter que queremos formar en ellos, oramos constantemente pidiendo guía, protección de lo alto y sabiduría para nuestros hijos. Como madres tenemos un alto grado de responsabilidad de su formación moral, física e intelectual. Sabemos que cuando no podemos estar a su lado, tenemos la certeza que existe un poder sobrenatural y superior a nosotras que los acompaña siempre, y así, ponemos todo lo que humanamente no podemos hacer, en las mejores manos: en las manos de Dios, con entrega, plena confianza y fe, para que sea Él quien actúe en sus vidas.
Así somos las madres y mucho más! Darnos a los nuestros es nuestro mayor trofeo. Sin embargo, qué importante es recordar que para realizar todas esas labores de amor y entrega de manera más extraordinaria hacia esos seres que amamos, es de gran importancia que pensemos también en nosotras mismas, en nuestro bienestar. Si nosotras estamos bien, podemos con mayor delicadeza, disposición y ternura darnos a ellos por elección, decisión, convicción y amor pleno.
Si nosotras nos dedicamos nuestro tiempo, estaremos con mayor preparación y apertura a darlo también hacia afuera. Nos sentimos más plenas, más felices y satisfechas.
Y de qué hablo, a qué me refiero con esto de dedicarnos nuestro tiempo?
Existe una área en nuestra vida que es fundamental para hacer crecer nuestro amor propio y cuidados personales. Esta área es el cuido y atención de todo aquello que nos vincula con nosotras mismas (mi vinculación conmigo misma).
Esto trata de incluir en esa área todo aquello que nos gusta hacer, aquello que nos motiva y apasiona, dedicarnos un ratito a nosotras en exclusiva leyendo un libro, compartiendo con alguna amiga una tarde de café, la rutina diaria de ejercicios, los momentos de oración en el silencio de nuestro corazón, realizando nuestra manualidad favorita, cuidando del jardín y de nuestro arreglo personal…. Con estos y otros ejemplos estaremos cuidando esa vinculación con nosotras mismas que nos ayudará y dará alas para estar mejor en nuestro ser interior, y por lo tanto, con y hacia los demás.
Qué y cuáles momentos son los tuyos? Qué cosas te gusta hacer y emprender? Qué cosas te motivan cada día hacer para ti? Qué es aquello para ti misma que te trae satisfacción y alegría realizar?
No se trata de egoísmo, se trata de nuestros gustos y apetencias, nuestros deseos, dejar a nuestro ser interior expresarse. El ser mamá no nos impide dejar de ser nosotras mismas! Todo lo contrario. Al serlo, estamos dando a nuestros hijos ese ejemplo de cuido personal, balance en la vida, la importancia del cumplimiento de sueños y vivir en segura autonomía – para que ellos en su momento – también la vivan y la practiquen en su vida.
Así es que te invito a analizarte en esta área de “vinculación contigo misma” para que poco a poco empieces a llevar a cabo esas acciones y actitudes necesarias para un cambio y mejoría positiva en tu propio ser de mujer. Y recuerda que: el ser mamá entregada a nuestros hijos, ser una madre presente y amorosa, no nos exime de dejar de ser nosotras mismas, con nuestros gustos y apetencias, con nuestra esencia de mujer más pura y hermosa.
Que Dios sea el arquitecto de esa armonía interior en cada una de nosotras, para poder darnos y dedicarnos a nuestros hijos con intenso amor y poder así, también, tener la voluntad de dedicarnos a nosotras mismas con un autocuidado amoroso.
Hannia Serrano R
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