Hace ciertos años, cuando mis chicos eran mucho más pequeños, siempre les hablaba de ciertas palabras mágicas – palabras de poder, y que abren puertas – aquellas palabras, que como padres queríamos enseñar muy bien a nuestros hijos y las cuales denotaban buena educación y respeto. Palabras que cada uno de nosotros recordaremos porque de igual forma nos fueron enseñadas en su momento también por nuestros padres. Esas palabras eran: Por favor, disculpe, buenos días, gracias, de nada y muchas otras más. En la sociedad esta bien visto tratar bien a los demás y amarlos, sin embargo aveces nos olvidamos que para alcanzar la felicidad es fundamental también quererse asimismo y valorarse.

Con el paso del tiempo pudimos descubrir que hay muchas más palabras de acción muy propias, palabras que al ponerlas en práctica en algún momento en nuestra vida nos podrán aportar mejor salud, más paz mental, más amor, más cercanía con los demás, mayor espiritualidad, más armonìa con nosotros mismos y nuestro entorno. Palabras que muchas veces nos acercan a Dios y nos elevan el alma.

Te invito a que incorpores la acción de estas 7 palabras mágicas a tu vida de hoy en adelante y te sorprenderás de que sólo bastaba hacer ese cambio de perspectiva, tomar acción y disfrutar del proceso.

Estas siete palabras mágicas que te propongo son las siguientes:

1. MUÉVETE.

Mueve tu casa, tu cama, tu cuerpo. Camina, corre, has lo que sea, pero muévete!. El practicar algún ejercicio habitualmente es básico para fomentar una buena salud y un estilo de vida sano. Muévete!

Recorre los lugares que amas y visita aquellos que aún no has conocido, renueva tus espacios, planta flores nuevas, recorre la vida de otra manera, distinta a lo que has hecho hasta ahora. Muevete en algún momento que puedas de la rutina del trabajo, las relaciones conflictivas y los patrones de vida.

Cambia tu perspectiva, aléjate de aquellas cosas que te dañan y que ya no son aporte en tu día a día, y sí, acércate a quienes te aprecian, te hacen sentir cómodo y aceptan toda tu autenticidad, a quienes te aman tal como eres. No necesitas hacer grandes recorridos para hallar aquello que te hace vibrar, a veces moviendo pequeñas piezas y ordenando las cosas, aparecen las nuevas oportunidades y los nuevos renaceres.

2. TOCA.

Toca y siente tu corazón, toca y abraza con amor a los que amas. Abraza a aquellos que no has abrazado, a quienes sientas lo necesitan, incluso a aquellos que ponen distancias al contacto físico, lo más probable es que sea quien más necesite el calor del contacto. Toca la naturaleza, toca las flores de tu jardín, toca los animales que pasan por tu vida, toca aquellos objetos que adornan tu día, que te traen paz y bellos recuerdos.

Toca un instrumento musical, aunque sea sólo para jugar con la música, verás como al hacerlo cantar, hará vibrar tu corazón. Toca los árboles, toca el pasto recién mojado, toca la suave arena de la playa, las piedras, el agua. Si el contacto te es ajeno, toca, no lo pospongas ni un día más. Si por el contrario, el tocar te es familiar, afianza esa virtud, úsala para que la vida sea más grata para ti y para quienes alcances con tus manos. Tocar es en la cercanía, una manera de concretar el afecto, el amor.

3. ESCUCHA.

Siéntate en silencio y entérate de todo lo que está allí, a tu alrededor, para ser escuchado. Disfruta de todos esos sonidos que escuchas. Todos aquellos sonidos a los que jamás le has puesto atención, están esperando que los reconozcas. Deleitate con el bello cantar de los pájaros en las mañanas. Escucha aquellas canciones que hace que tu piel se estremezca. Escucha las olas del mar jugueteando con la playa. Escucha la voz de los que amas, la dulce voz de tu hijo, escucha esa voz ya algo cansada, pero llena de historias de quienes nos ganan en años. Aprende a escuchar la voz de Dios que nos habla en el silencio de nuestro corazón.

Escucha al otro, en todos sus detalles, es un arte el hacer sentir a alguien escuchado. A veces basta con ese gesto, para ayudar, para aplacar ansiedades, para calmar dolores, por lo tanto, sé generoso y escucha con el corazón. Oye el susurro del viento entre las hojas de los árboles, oye la música de la naturaleza entera, es la música de la tierra y siempre tendrá algo que decirte al oido.

Pero por sobre todo, escúchate a ti. Tu sabio interno, tu alma fiel compañera, ahí donde mora Dios. Ese Ser que tiene la palabra exacta que necesitas oír. Allí están las respuestas, allí está la verdad. Escucha a tu corazón, que tiene un idioma tan diferente, pero que siempre sabemos exactamente lo que nos quiere decir, cada latido, es un mensaje de vida y una confirmación del amor mas profundo.

4. SIENTE.

Sin miedo, nada te puede herir, no pierdas la oportunidad de sentir todo aquello que te da la vida, que te hace humano, que te hace único. Siente plenamente, en todo lo que eres, aquello que te recorre, cada experiencia. Gozo, frío, dolor, hambre, pena, alegría, paz. No juzgues, solo siente.

Cada una de estas sensaciones tienen mensajes para ti, y oportunidades de hacerte un ser más completo. No rehuyas la experiencia, no rehuyas el vivirla a fondo. Siente el amor hasta que tu corazón se rinda. Siente el cuerpo del ser que amas, su olor, su calor, sus detalles. Siéntete, tus latidos, tu respiración, como reacciona tu ser a cada cosa que vive. Siéntete y arrúllate en ese sentir, esa es la vida que te abraza, eso es esta experiencia física, un festival de sensaciones que te dan la bienvenida.

Siente el amor de Dios rondando tu vida y déjate amar por Él.

5. CONFÍA.

Tú sabes que eres parte de algo extraordinario. Si puedes reconocer la maravilla que es la vida manifestada, entonces confía en que esa sabiduría inexplicable, es un gran poder amoroso, que teje todas estas historias. Y que detrás de ella hay una presencia ilimitada, desconocida quizás, pero tan cercana. Ante tanta perfección, no queda más que confiar.

Confía en el fluir de la realidad, en los caminos que nos llevan a aquello que necesitamos, para retomar lo que en verdad somos. Confía en que nada es casual, en que todo es un aprendizaje. Confía en esa maravillosa y fuerte mano de Dios que silente nos empuja a nuestra maestría. Y por supuesto, confía en ti, en tu poder personal, en la voz de tu intuición. Aquello que resuena en tus oídos, eso es lo que debes hacer, confía. Aquello que se te repite una y otra vez, es lo que debes realizar, confía. Aquello que no puedes dejar de vivir, es justo lo que la vida te presenta para crecer, confía. Aquello que sientes palpitar en tu ser, es todo aquello que te espera, para ser encontrado, confía. Aquella voz que en susurros, te muestra con exactitud lo que necesitas ver, es la voz de Dios, confía.

6. ENTREGA.

Lo mejor de ti, todo aquello que haces tan bien. Tus maravillosos dones, tu cálida sonrisa, la caricia oportuna, la palabra que anima. Da tu compañía, tu presencia, tu energía, tu magia.

Entrega tu tiempo como un regalo, tus miradas de empatía, tu contagiosa esperanza. Entrega tus ganas de vivir, para despertar al que está desanimado. Entrega esa caminata de la mano, de quien te ha elegido, de ese quien tú has escogido. Entrega ricas comidas, preparadas con la sal del amor. Entrega reuniones que son, un homenaje a la amistad, al compartir.

Entrega el silencio que insta, a que el otro se exprese. Da y entrega una palmada de cariño, un recorrido por la alegría, un paseo hacia el re-encuentro, un gesto de bienvenida.

7. RECIBE.

Cada regalo que te ofrece el destino. Recibe las experiencias de los aprendizajes que vibran en ti y que te buscan sin condiciones. Recibe los elogios, que te impulsan a continuar. Recibe cada ofrenda de tu hermano, de cada amanecer, de cada vivencia, de todo cuanto te toca con su mano mágica.

Recibe el amor a manos llenas, para que lo des a manos llenas. Recibe la melodía de la naturaleza, la luz del sol que te saluda cada mañana. Recibe la compañía de los que amas, tan incondicional. Recibe con amor, todo cuanto eres. Recibe con una sonrisa la música, los colores, los aromas y los ricos sabores de la vida. Recibe sin apelar, sólo con agradecimiento. Recibe con humildad, aquella que te hará entregarte con la misma devoción. Recibe agradecido, emocionado, lleno de asombro y certeza, cada regalo de esta vida.

Recibe todo el amor de Dios, todas las bendiciones que diariamente Él tiene para darte cada día a manos llenas.

¡Qué esperas para empezar a ser de tu vida una presencia mágica! Empieza un día a la vez. Elige un día para cada palabra y empieza ese cambio. No hay mejor medicina que amarse a sí mismo.

Esperamos que con la práctica de estas 7 palabras mágicas, palabras de amor, traigan mucha más felicidad y plenitud a tu vida.