Algunas veces es válido no sentirse bien, estar triste – porque no?, sentirse con la energía baja. Porqué nos cuesta tanto tolerar esa tristeza en nosotras mismas o en los demás? Es válido tener días gris…es válido sentir nuestra tristeza.
Como seres humanos una de las emociones que podemos presentar a lo largo de nuestra vida es la tristeza, la cual es vista por muchos como muestra de debilidad, como síntoma de depresión o como una emoción insana y definitivamente no tiene que representar en absoluto ninguna de estas opciones.
Estar tristes, sentirnos devastadas por algún acontecimiento, sentir que bajo nuestros pies se abre el mundo y pudiese tragarnos y peor aún desear que eso ocurra, no es en lo absoluto el mejor estado anímico en el que nos podemos encontrar, no son las mejores sensaciones las que recorrerán nuestro cuerpo y mucho menos serán los mejores pensamientos los que se apoderarán de nuestra mente. Sin embargo, conscientes del proceso, podemos tomar esos tránsitos como trampolines para impulsarnos a donde queremos estar, para salir de la situación que nos ha llevado a vivir ese estado de tristeza que nos cuesta tanto aceptar y vivir.
Tratamos siempre de estar súper bien y muchas veces ser extremadamente positivas es también llegar a ser negadoras muchas veces.
Uno tiene derecho a tener un mal día, o estar cansada, a no sentirse bien, sabemos que ya vendrán días mejores, que este sentimiento no es permanente y uno en lo más profundo sabe que así es.
Existe una obsesión por estar contento todo el tiempo. Porqué uno no pueda decir que en realidad me siento “bajoneada” o no estoy en mi mejor día? Esa tristeza nos hace bien también, porque nos invita al silencio, nos invita a interiorizar, nos une a nuestros espacios afectivos más íntimos, aveces nos hace llorar y eso nos libera y nos hace sentir mejor. Nos permite conectarnos con procesos de crecimiento, con temas que nos ayudan a mejorar.
Nos hace preguntarnos qué pasa que este día no es bueno para mí, buscar dónde está esa tristeza ubicada abrazar esa tristeza encontrar el motivo por el cual estamos tristes. Y en ese sentido la tristeza se convierte en una invitación, nos está invitando a algo. Seguramente nos invita a reflexionar, nos invita hacer cambios, a resolver algún conflicto, a tomar decisiones, a mirar situaciones que muchas veces no nos atrevemos a mirar y aceptar, a hacernos cargo de compromisos, a energizar nuestra vida.
Por lo tanto estar triste es bueno, independientemente de que no sea agradable.
Vivimos en una comunidad, en una sociedad hedonista, que nos invita siempre a la búsqueda del placer.
Esta búsqueda del placer muchas veces nos impide el contacto con nuestro ser interior, mirarnos dentro, el hacernos cariño y acariciarnos el alma, descubrir que ahí hay algo y tratar de sanar porque debemos vivir en plenitud y desarrollar nuestra mejor versión. Es una invitación a sanar, mejorar y crecer…nos invita siempre a algo mejor.
“Aún una vida feliz no es factible sin una medida de oscuridad, y la palabra felicidad perdería su sentido si no estuviera balanceada con la tristeza”.― Carl Gustav Jung
Ahora bien, cómo ayudarnos a convertir y a transformar esa tristeza en felicidad?
Podríamos tomar en cuenta varios puntos importantes:
1- Detectar: es importante y básico detectar cuál es el motivo de mi tristeza? Detectar porque estoy triste, cual es la razón de mi tristeza? Una mala noticia, un decaimiento de salud, un duelo, etc. Se trata de validar y reconocer nuestras emociones, nuestros momentos de debilidad, los cuales normalmente se convierten en puntos de inflexión necesarios para cambiar el rumbo de nuestras vidas.
Determinar qué o cuál acontecimiento me ha provocado ese sentimiento de tristeza es fundamental para poder profundizar en ella, razonarla, tomar contacto con ella y buscar así posibles causas y soluciones sanas para cambiar de actitud.
2- Expresar y abrazar esa tristeza: esto significa que dejemos que salga, poder expresarla de la mejor manera, de la manera adecuada y eficaz, hablando con alguien de confianza acerca de lo que nos está sucediendo, realizando algo que nos guste y motive puede ayudar a expresarla adecuadamente. Autorizarnos a estar tristes nos permite reflexionar durante nuestro dolor acerca de cómo hemos llegado a sentirnos así, nos permite aligerar la carga que llevamos en nuestros corazones y nos permite tener una mejor disposición para recomenzar.
Drenar estas emociones es lo que nos permite recuperarnos, ya que durante estos períodos de tristeza, de frustración, de dolor, es cuando aceptamos que algo no está bien y la aceptación nos libera emocionalmente de una carga.
3- Quitarle la atención plena y abrir el foco: cuando un hecho específico nos roba toda nuestra atención, toda nuestra vida la enfocamos en ella, y esto suele ser normal.
Nos hace creer que todo es color gris y somos incapaces de ver los colores de la vida. Abramos el foco y hagamos una lista de todo lo bueno qué hay en ella, lista de agradecimientos por cosas positivas y así poco a poco lograremos quitar toda nuestra atención sobre aquel hecho triste.
Obviamente no podemos imponerle a nuestro corazón un lapso de tiempo determinado para vivir la tristeza, pero sí podemos ayudarnos a salir de eso lo más pronto posible. Porque el sufrimiento resulta adictivo y no es lo que deseamos que ocurra.
4- Ayudar a otros nos ayuda a nosotros: nos centramos en los demás, olvidándonos de nosotros mismos, ayudando a los demás dejamos de pensar en nuestra propia tristeza.
Ayudando, descubrimos que lo que pasan los demás muchas veces es mucho más difícil, superior o más fuerte que lo que pasamos nosotros.
Además, la naturaleza de la mujer es dar, entregarse – y eso la hace sumamente especial al ayudar a los demás con amor y entrega desinteresada.
5- Vivir una dimensión espiritual – tener una relación con Dios: que ese estado de tristeza pase a ser un estado de alegría, creer en Dios, él está aquí y no nos deja nunca!! Fijar nuestra mirada en Él nos dará fortaleza y paz.
Romanos 8,28 “Dios interviene en todas las cosas para bien de los que le aman”
Que en tus días de tristeza logres detectar los motivos, abrazar ese sentimiento y buscar fuertes razones para transformarla y dejarla salir. Es parte de la vida, pero no permitas que sea tan fuerte que opaque los bellos colores de tu vida.
Debemos abrir paso a vivir nuestra tristeza, pero nunca permiso para que se instale cómodamente a vivir en nuestra vida, apoderándose de ella y haciéndose parte de nosotros o más bien nosotros de ella. Todos tenemos derecho a días gris… pero no a hacer de nuestra vida una tempestad.