Tener expectativas hacia los demás significa que esperamos que los demás actúen como lo haríamos nosotros, o esperar que hagan las cosas como nosotros quisiéramos.

Aunque nos pueda parecer injusto, solo podemos esperar el cien por ciento de nosotros mismos ya que el resto de personas también tienen sus intereses y no siempre coincidirán con los nuestros.

No hay mayor fuente de sufrimiento que esperar que actúen como lo haríamos nosotros.  Este es uno de los errores en los que caen muchas personas y aunque lo creamos o no afecta a nuestro equilibrio emocional.

Cada uno de nosotros ponemos altas expectativas en las personas que más queremos, y lo hacemos así porque nos ofrece seguridad.  “Yo sé que mi pareja me apoyará porque yo lo haría por él”…suponer, prever, es esencial y lo ponemos en práctica muy frecuentemente.

Esperar que esa persona actúe como lo haríamos nosotros es un modo de controlar nuestro mundo y estar seguros de determinadas cosas, no obstante, las cosas no siempre suceden como pensábamos y de ahí las decepciones.

Todos necesitamos un porcentaje de seguridad en nuestra vida, de no tenerlo no sabríamos a qué atenernos y sufriríamos.

Ahora bien, no deberíamos llevar al extremo nuestros pensamientos.  No es adecuado pensar que el resto del mundo debería actuar de acuerdo a nuestros valores.  Te invitamos a reflexionar sobre ello.

El poder de las expectativas es esperar que tu actúes como lo haría yo. Los padres y las madres esperamos muchas veces a que nuestros hijos se comporten como nosotros mismos lo haríamos. Un amigo suele esperar que nosotros lo defendamos en toda situación y en todo problema, un marido espera que su esposa actúe en todo momento según sus propias expectativas. Estoy segura que en tus entornos más cercanos alguna vez te habrás enfrentado a situaciones parecidas.

Todos manejamos ciertas expectativas en las diferentes relaciones en que nos desenvolvemos, y por lo general, al no cumplirse, nos decepcionamos. Es por lo cual debemos tomar conciencia de este punto, aceptar y amar a las personas tal y como son. Cuando intercambiamos las expectativas por la aceptación obtenemos serenidad en nuestro interior.

Está bien esperar que el día que empieza sea un éxito para mi, esperar recibir bendiciones grandes cada día, esperar siempre lo mejor y enfrentar las diferentes situaciones con la mejor actitud.

Cosa muy diferente es crear nuestras propias suposiciones, esperar algo de alguien, querer recibir acciones por parte de otras personas y que al no cumplirse tal y como esperábamos y pensábamos nos invada una gran desilusión.

Para que esto no nos invada y no nos ocurra debemos ser realistas y practicar la aceptación de las personas con su propia esencia, así tal y como son.

Las únicas expectativas altas y exigentes al 100% que debemos tener es con nosotros mismos.